jueves, 2 de enero de 2014

D.E.V.

     Acabo el año estrenando con Lunatando, de Hondón de las Nieves, la obra que les he dirigido: Divorciada, Evangélica y Vegetariana, del venezolano Gustavo Ott. Ha sido una grata experiencia. Todo ha salido como se proyectó en la producción el verano pasado. Que comenzaríamos a ensayar en octubre y que en tres meses estrenábamos. Y así fue. De todo ello he de agradecer a las tres actrices, unas trabajadoras del teatro como las mejores, que a tres ensayos semanales de tres horas cada uno, han sido estudiosas, puntuales, divertidas, humildes y verdaderas esponjas de todas y cada una de las directrices que se les marcaba en los ensayos. Incansables, siempre con una sonrisa y un sí a cada propuesta, a cada cambio, a cada modificación. El segundo agradecimiento para Luri. Hablamos hace mucho que me cedería la batuta de su joven grupo de teatro y le dije que sí, como no podía ser de otro modo. Por lo mucho que él ha hecho por mí, por nosotros y por el aprecio personal que le tengo.
    De la obra puedo decir que el título original, utiliza el plural, pero me permití la licencia de singularizarlo. Me gustaba más y le daba un toque personal a la obra de Ott. Pero no sólo el título, mi licencia llegaba hasta actualizar y españolizar las expresiones, evitando los "ustedes" y cambiándolos por vosotros, el trabajo de "linterna" por el de acomodadora, en fin, expresiones que fueran más próximas a nosotros para acercar el texto a los espectadores de aquí. La escenografía fue minimalista. El primer acto, a escenario vacío, era la estación de un metro: solo un cartel como el del metropilitano madrileño en el fondo y un foco, a la altura de la primera fila del patio de butacas, que hacía la luz del tren cuando llega a la estación, nos ambientaba. En el segundo acto, dos sillas y una pantalla al fondo, nos situaba en una sala cinematográfica. Y el tercer acto, la cima de una montaña, tuvo una bojas (abrótano) secas, como decorado. La energía de las tres protagonistas llenaba cada uno de los espacios con suficiencia para que parecieran creíbles.
    Y de su interpretación diré que Encar fue el puntal sobre el que pivotó la función, Lucía nos dio la fuerza y Maria José la espontaneidad y su gracia innata. El resultado lo aplaudió un público amable y próximo que alabó el estreno de esta comedia en la noche de los Inocentes de 2013.
    Gracias, Beatriz, Gloria y Meche. Gracias, Ott. Gracias, Lunatando. A vuestro servicio.

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