miércoles, 18 de julio de 2012

Los poquitapena

     Hay gente que da pena, pero da poquita pena, porque su angustia, el sufrimiento que quieren transmitir es menor, minúsculo, ni de chicha ni de limonà. Son los poquita pena.
     Con esto de las redes sociales, son los que no le ponen un "me gusta" al creador de un comentario o acontecimiento y se lo ponen a alguien que ha compartido el enlace. Lo hacen para joder o fastidiar al original, aplaudiendo la copia. Pero como da la casualidad que el autor original es amigo del de la copia, se entera del aplauso de segundas nupcias del poquitapena. Es como ir a la boda y felicitar a los padrinos y no hacerlo a los novios.¿A que parece ridículo? ¡Pues eso!
     Los poquitapena son aquellos que escriben pero no publican con su nombre, o sea negros. Son los que rajan de cualquier situación comenzando con "me han dicho...", "dicen en el bar que...", "me han dicho que te diga..." Y cuando preguntas quien es el autor original del comentario o quien se lo ha contado o se esconden en "no me acuerdo a quien se lo he oido..." , "pues allí lo estaban comentando...", "no puedo decirte quién es" y siguen dando poquita pena. Porque nunca dirán que ellos han sido o son los que han opinado de esta forma, los que piensan así,... ¡Pues eso!
    Esta raza de poquitapena son los que comienzan a hablar contigo y te dicen: "yo te lo digo, pero yo no te dicho nada". "Como digas que yo te lo he dicho, lo negaré porque no tienes testigos". Son los que les dicen a los políticos que los han votado y en verdad han hecho todo lo contrario.
     Acabo con una anécdota de hace unos años. Al día de siguiente de unas elecciones una señora cuya identidad no voy a revelar, porque es una poquitapena, estaba sentada en la entrada del Ayuntamiento y entró el candidato ganador de las elecciones y dándole dos besos le dijo "yo te he votado, ¿sabes?". Yo estaba entonces ubicado en el despacho de la entrada del Ayuntamiento, entrando a mano izquierda, enfrente de la Policía Local que aún estaba allí en el edificio consistorial. Apenas un cuarto de hora después de la feclicitación al candidato ganador, entró uno de los que había perdido los comicios y con estupor escuché desde mi mesa como repetía los besos y las mismas palabras: "yo te he votado, que lo sepas". Y a mi estas cosas me dan pena, pero poquita.

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