martes, 12 de junio de 2012

Una velita

     Hoy se cumple un año del nuevo equipo de gobierno. Mi abuela Antonia, cuando teníamos que celebrar algún aniversario y no había para tarta, en una magdalena boca abajo le ponía una velita de cumpleaños y eso era el pastel. Y soplábamos y todo.
     Esa escena se podría haber repetido hoy en el Ayuntamiento, pero lo único que lo ha distinguido de otro lunes cualquiera, es que los concejales del equipo de gobierno se lo han recordado.
    ¿En qué hemos notado, en qué he notado yo, este año recién cumplido? ¿Qué se diferencia con otros? ¿Qué novedad ha aportado este equipo de gobierno? Me he hecho esta pregunta para escribir esta entrada, y esta es la conclusión.
     En este equipo de gobierno hay una concejala que es una revolución. Ha dado un aire de cámara rápida al Ayuntamiento, hasta ahora desconocida. Es como las películas de Charlot o de Buster Keaton, todo parece que va más deprisa.
     Estás en tu mesa de trabajo, de momento se abre una puerta, se cierra otra, alguien cruza por delante de tí, alguien habla con tu compañero, alguien sale, vuelve a entrar. Y yo ya ni miro: es Silvia.
     Si te preguntan: ¿has visto a Silvia? Tu dices que sí, pero no sabes ahora donde está. Es como el que pregunta en una tienda si tienen trajes de camuflaje. El dependiente dice: Sí, tengo, pero ahora mismo no se donde los he puesto.
     Hace unos días, me llama Silvia desde su despacho (primera planta), me dice que le busque algo en el ordenador (yo estoy en la segunda), le pregunto a María José que partida de gastos es, y antes de colgar el teléfono, ya tenía a Silvia delante de mi. Ni el correcaminos.
     Así que todos vamos a colleró plé. Ella no tiene ni un gramo de greix, todo fibra, y es capaz de subir y bajar las plantas del Ayuntamiento en un minuto un par de veces. Si necesita algo, nunca dice: pues ya lo vemos después, sino: espera que lo tengo encima de mi mesa. Entonces ella sale escaleras abajo, cuentas hasta diez y ya está otra vez delante de ti con el papel que faltaba.
     Pero es humana, no crean. A veces a las doce y media o la una, deja todo lo que está haciendo cuando nota que desfallece, recuerda que no ha desayunado y baja a comprarse una bamba.
     Y es que Silvia es delgadita, como una velita, però fotre....

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