jueves, 15 de diciembre de 2011

Pikín

     ¿Cómo sería de escaso el tráfico en Pinoso en la década de los setenta que permitía este juego kamikaze? La pista era las costeretas de "Juanjo", también conocidas por las de la Iglesia, aunque el nombre de la calle es San Ildefonso. Una calle sin habitantes, yo no he conocido más que la casa banca de don Gaspar, que derivó en el Banesto años más tarde.
     El juego, por llamarlo así, consistía en lanzarse en sentadillas con un cartón de bastante superficie, aprovechando el alto porcentaje de desnivel sobre todo de la segunda y tercera costereta.
     Los chavales subían con sus cartones (de una nevera, de un mueble) hasta el cruce con la calle Capitán Haya. Y sentados, asiendo los bordes con las manos, balanceaban el cuerpo para guiar el descenso hasta la puerta de la iglesia. El peligro radicaba en que un coche se cruzara pasando por la calle de San Juan, la de Maisonnave o la de San Pedro. Era un descenso a tumba abierta más peligroso que una pista negra de esquí.
    Enrique "el Torrero" contemplaba una tarde el juego de un grupo de chavales de corta edad, apoyado en la esquina de la calle 12 de febrero de 1826, antes Canalejas, en la fachada de la casa que era de Virginia la ex de Evaristo "el vell", que era modista.
    Uno tras otro se iban tirando cuesta abajo, hasta que mi hermano Jesús Ángel, no pudiendo frenar a tiempo a la puerta de la iglesia, que hacía de meta, siguió hasta cruzar la calle Canalejas y volcando el cuerpo a la derecha, enfilar por la de Luis Salinas. Un coche cruzaba en esos momentos la esquina del campanario de la iglesia y por un segundo no lo arrolló. Enrique se asustó bastante, y así cuando Jesús Ángel regresaba junto a sus amigos con el cartón bajo el brazo, tras conseguir pararse a la altura del estanco de Emilio, le dijo esta frase: Nene, un poc més i estaves en "Pikín"!
    Mi hermano rió el error del "Torrero", y continuó, ajeno al peligro que había ocasionado momentos antes.

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