domingo, 11 de diciembre de 2011

Vipin

    Enfrente del instituto hay un solar que en su día fue una bodega. Una explosión en uno de sus depósitos, que además ocasionó un muerto, fue la que provocó el cierre y la posterior demolición.
    Aquello fue sonado. Primero la noticia luctuosa y pocos meses después la compra por parte del Ayuntamiento, por un precio superior al de mercado. Si recordamos a los antiguos propietarios y a sus familiares políticos directos, quizá estemos en la clave de esta desdicha.
     Ofrecieron la venta a la Corporación del momento y el otrora técnico municipal hizo un informe con una valoración del solar con el inmueble deteriorado.
     Cuando los propietarios conocieron la valoración del técnico les pareció rácana para sus pretensiones y ni cortos ni perezosos le comunicaron al alcalde su estimación de lo que aquello valía. Y por menos de eso, "nasti de plasti".
     Y donde lo fácil hubiera sido: ¡pues no interesa, gracias!, no se que espurios intereses había en aquella compra-venta que no se les ocurrió otra cosa, que el técnico rehiciera la valoración incrementándola hasta llegar a la cantidad deseada. Se argumentó que el precio que había tasado era el del solar, pero que dentro había unos depósitos, una maquinaria que tenía también su precio. Y el comentario del técnico fue: ¡Pero si dentro ha quedado todo inservible! ¿Para qué quiere el Ayuntamiento una bomba para trasegar? que fue de lo poco que se salvó del estallido.
    Para que la ley de Murphy se cumpliera, el solar fue la moneda de cambio entre el Ayuntamiento y Vivienda y Suelo para construir allí las viviendas sociales. ¿Tu las has visto?

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