martes, 24 de abril de 2012

Hugo

     Hugo Antonio Oliveria Lima, así se llamaba. Su capítulo vital se cerró en Pinoso, a muchos kilómetros de su Portugal, porque trasladar sus restos costaba demasiado, y su familia, pobre de solemnidad, no podía acarrear con el dispendio. Y de momento una pregunta: ¿por qué es tan caro trasladar a un difunto? En el fondo es un coche fúnebre, si quieres con dos conductores que va a hacer dos mil kilómetros (ida y vuelta) y ya está. Que alguien me explique las cifras desorbitadas que se cobran por un servicio como éste. En este negocio no ha llegado la crisis.
     Pero independientemente de estas conjeturas, Hugo apareció hace unos diez años por Pinoso, procedente de Yecla, su anterior empadronamiento, y aquí se quedó para siempre. Con una enfermedad del corazón, estaba cobrando una exigua pensión que se gastaba en todo, menos en tener un rincón propio, una alimentación normal y una previsión de futuro, aunque fuera mínima. Vivía en una casa que una familia le dejó, comía en bares unas veces, otras de lo que se ofrecían, y deambulaba a todas horas por el pueblo sin rumbo. No se metía con nadie, su expresión era siempre la misma y su andar cansino. Todo ello mezclado a lo oscuro de su piel, a su pelo característico, le convertían en un personaje conocido por todo el pueblo.
     Se encontró con la parca de una manera fortuita y tras una semana de UCI, dando bandazos su vida, acabó por abandonarle en Alicante en un hospital.
     El pueblo se manifestó en apoyo de Hugo en la plaza del Ayuntamiento, pidiendo justicia y movilizándose para darle un entierro digno en este pueblo, ya que su traslado a Portugal era inviable.
     El alcalde fue informando de las gestiones con la familia (su madre y una sobrina), solventando problemas y más problemas que retrasaban el permiso de su sepelio, pero al final llegó a la puerta de la iglesia donde se despidió el duelo que precedió a una misa por el eterno descanso de su alma.
     Una pedánea cedió un nicho de su propiedad, para que fuera enterrado. En la bandeja de la misa se contaron ochocientos euros, en unas huchas que se pusieron en el pueblo, otros quinentos. En fin, que de la solidaridad vecinal se ha sacado para el entierro y para una lápida que nos recuerde a Hugo en el camposanto. Pinoso ha dado la cara.

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