Primeros años de la posguerra. Hambre. Poca broma.
Se acerca uno del Paredón a hablar con Juanito Pigua y a proponerle rehacer la fiesta en la pedanía donde una casa está a cientos de metros de la otra y un recorrido nos ocuparía una hora larga.
-Juanito, mira, he pensado que ya es hora de olvidar lo que hemos pasado y quería contratar la orquesta Tureskán para hacer fiesta en El Paredón. Mi mujer está criando una pava que está hermosa y que nos vamos a comer ese día. Yo he pensado venir a por vosotros a las seis de la mañana con el cabriol. Cargamos los instrumentos y todos nos venimos al Paredón. Almorzamos, unas tiricas de pechuga de la pava a la brasa, unos tragos de vino, y cuatro "pitás" aquí, cuatro "pitás" allá, hacemos a modo de despertá, para que la gente sepa que hay fiesta.
Después vamos a misa, y vosotros, cuando levanten el Señor, tocáis la Marcha Real. Cuando acabe la misa, a modo de sesión vermut, un baile allí en la replaceta de la ermita. Y nos vamos a comer.
La mujer tendrá hechas unas faseguras de la pava y nos las comemos con cocido. Echamos la siesta, y allá a las cinco, cuatro "pitás" aquí, cuatro "pitás" allá, levantamos a la gente de la siesta, para que se mude y venga a la procesión.
En la procesión, detrás del cura, cuatro marchas para acompañar, y al entrar la Marcha Real. Nos venimos a casa, nos comemos lo que haya quedado de la pava, y al baile, hasta la madrugada, hasta que se cansen los vecinos. ¡Que disfruten, después de tantos años!
Y a la madrugada, unas tazas de caldo de la pava, y cargamos los instrumentos en el cabriol y os traigo a Pinoso. ¿Qué te parece?
Y Juanito le contesta:
-Primero, lo del cabriol, descartado. Nosotros venimos en el taxi del Bolo y nada de las seis de la mañana. Todo el repertorio que quiere contratar vale quince mil pesetas, y la pava para su mujer y para usted. Pos collons!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario