Volvían de una actuación desde bastante lejos, y a las cuatro de la mañana en la furgoneta solo quedaba despierto el "Nene". No le quedaba otro remedio, era el conductor.
Le entró el sopor y unilateralmente decidió parar en un bar de carretera para toma un café. Se despertó la orquesta y todos con cara de sueño entraron al bar. Pidieron un café solo, un belmonte, un bombón, un carajillo y llegándole el turno al "Chavarrí", a la pregunta del camarero: ¿y usted?, contesta: un vaso de vino.
"Chavarrí", a estes hores? Un got de vi!, se reafirma. Y el barman, anonadado, le sirve un vaso llenado a colmo de vino tinto. Los músicos entablan conversaciones mientras añaden el azúcar, remueven con la cucharilla... Y la única mosca que quedaba despierta a esas horas en el bar, atraída por el efluvio del vino, naufraga en el vaso del "Chavarrí".
Los músicos van liquidando sus consumiciones, y el "Chava" levanta el vaso para apurar en un tiento el vaso de vino, dándose cuenta su compañero de conversación que la mosca ha naufragado y flota en el morapio.
¡Chava, una mosca!
¡Mosca-tel! Y se engulle el vino y la mosca de un trago.
A mi aneu a fotre'm!
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