domingo, 6 de febrero de 2011

Sabor a pueblo

    
     Con el ecuador del invierno, llegan dos eventos a Pinoso, que petenden ser santo y seña de un pueblo con sabor a pueblo: el día del Villazgo y la semana gastronómica.
     Sobre el significado de palabra tan poco usada en el castellano actual nos quedaremos con calidad o privilegio de villa, descartando su segunda acepción de tributo que se imponía a las villas. Lo digo porque hay mucha gente de pregunta: ¿Y eso de villazgo, qué es?
     Después de más de una década de celebrarse estos eventos, la pregunta es: ¿no hay nada que modificar o cambiar?
     Del día en Fernando VII, el deseado, firmó el título, se podía celebrar con algo más que con una repetición de puestos (siempre hay alguna novedad que se aporta) y con un festín desbocado entorno al medodía, donde una vorágine toma la bastilla al asalto, que veremos si algún año no desbordan el cuadrilátero del aparcamiento. Los restaurantes lo tienen difícil, proveer de degustaciones a esa marabunta, donde por mucho que preveas te quedas corto y donde no se puede repostar porque todas las calles se espesan de vulgo errante, y llegar con una paella más es toda una odisea. Y luego está la trampilla de que mi degustación vale dos vales, o tres. A la tarde tres fan ball, repiten machaconamente año tras año. Hay otras formaciones que podrían servir para amenizar y que la gente asidua a estos bailes colectivos que tan divertidos son, pudieran comparar. Si no se mejora, siempre se puede volver a lo anterior, ¿pero y si hay algo distinto que también guste?
    Y sobre todo lo que habría que pensar es en estirar el programa para que el esfuerzo de montaje del tinglado no solo sirva para unas horas. Sábado anterior por la tarde-noche, ¿no podría tener una víspera de la fiesta, con el atractivo de la noche, aunque fría? ¿Una mascarada, por ejemplo, cuando tan cerca está Carnaval, y concentrar esas dos fiestas en una? ¿Una obra de teatro de la época o un concierto de compositores vivos en 1826?

     Y de la semana gastronómica, quizá también ha llegado el momento de innovar y dejar de copiar y pegar de una edición a la otra. Lo único que varía de un programa a otro es que algún restaurante se ha dado de baja o de alta ese año.
     Porque también está la trampilla de que aunque se anuncie un menú común para todos un día determinado, "yo te hago lo que tú quieras..." ¿Quieres gaspachos el día de la gachamiga...? Sin problema.
     ¿Por qué durante el evento gastronómico un restaurante diseña un plato innovador y lo ofrece toda la semana, al tiempo que en la oferta se pueda incluir para quien no desee lo nuevo sino lo tradicional, els "alls i picat", el "arròs amb conill i caragols" i "els gaspachos"?
    De esta forma, quien se acerque a Pinoso para comer sus platos tradicionales no tendría ningun pudor. Yo voy el día que quiero, al resturante que quiero y pido lo que me gusta.
    Y al tiempo, a los que les atrae el sabor de lo desconocido, quizá guiados por el programa de ese año, se acercarán el día que pueden hacerlo, porque todos los días se serviría ese plato "único" en cada uno de los restaurantes, a dcegustar esa nueva delicia.
     Yo probaría a cambiar algo, porque otra cosa que se oye es: ¡Es que es siempre lo mismo! Pero claro, está tan bueno, que de momento no peligra. Y quizá sea el momento de dar un paso más.

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