martes, 26 de abril de 2011

Serapio

    Ahora no es común, pero hace unas décadas en Pinoso había algún que otro Serapio. El altar de Santa Rita de nuestra iglesia parrroquial fue donado por D. Serapio Rico, por ejemplo. Una placa lo atestiguaba, hasta que la remodelación retiró el altar, quedando la hornacina. Serapio era cajero del Banco Popular y tenía un hijo, que se llamaba Pedro. Era conocido como Pedro el de Serapio.
    Este nombre de Serapio, digo yo, proviene del Serapeo egípcio. Era un santuario dedicado a enseñar la ciencia, fundado por Ptolomeo I. Rendía culto a Serapis, una combinación de las grandes divinidades del panteón egipcio: Osiris y Apis que los griegos asociaban a Zeus y Hades. Aquel híbrido grecoegipcio, representado por un hombre barbado que sostenía un cesto sobre la cabeza se convirtió en el dios tutelar de Alejandría.
     Pero nuestro anecdotario nos dice que Pedro, el de Serapio, quería ser portero del Pinoso C.F. y asistía a todos los entrenamientos, pero era desgarbado, muy alto y tenía los dedos muy largos, lo que le hacía muy difícil que le dieran una oportunidad en el puesto que deseaba. Un día en un entrenamiento se aporreó "el Cobra" y el entrenador le dijo que si quería ponerse de portero. Y tal como iba, vestido con traje, sin guantes, se puso bajo los palos. En una jugada, Faín disparó con tal fuerza a la portería que Pedro, el de Serapio, colocó las palmas de las manos planas para parar el balón, que venía con tanta fuerza, que le dobló los dedos de las dos manos, dejándoselos hacia atrás. Uno a uno, fue incorporando a su posición inicial aquellos dedos de pianista (su madre lo era) como si fueran dedos articulados. Siguió el entrenamiento, pero al acabar y enfriarse la zona, en cada nudillo apareció un hematoma de consideración.
     Tal era su afición que asumió ser el eterno suplente del "Cobra". Salía en los partidos en lo que el marcador era claramente favorable al Pinoso C.F.
     En un partido le ocurrió que estando adelantado, fuera del área, llegó un contraataque y le bombearon un balón en vaselina para aprovechar la puerta vacía. Pedro, el de Serapio, reculó intentando despejar, cosa que consiguió, pero quedó colgando de la red de la portería, boca abajo, como los murciélagos.
     En otro partido, sacan un corner cerrado y se oye: "mía". Todos los defensas se quedan inmóviles, excepto José Luis Jara que, todo pundonor, salta a despejar. Nadie vio el balón donde fue a parar y menos José Luis Jara que recibió un puñetazo de Pedro, el de Serapio, jugando el resto del partido con el ojo a la "virulé".
    Hoy en día, sacar un serapio es conseguir una mala nota, cero incluido, en un examen. Como los ceros que sacaba Pedro, el de Serapio, en los pocos minutos que jugó en el Pinoso C.F.

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