domingo, 18 de septiembre de 2011

Boda

     El viernes pasado sin ser alcalde, ni concejal, ni juez, ni cura, casé a unos novios. En Elx. Y no fue una boda civil.
     Una pareja de novios, me contrataron para escenificar delante de los invitados lo que el día anterior hicieron en una iglesia. Esta era pequeña, era jueves y no pudo asistir más que los padrinos y la familia más directa.
     Allí fui de negro y con mi talante ceremonioso interpreté a un presbítero en la boda: promesa, anillos, lecturas, beso, todo como si fuera de verdad. Lo bueno es que los invitados, todos vestidos de blanco como los novios, eran sabedores de la farsa, pero no importaba. La novia se emocionó, los invitados aplaudieron, todo como estaba en el guión.
    Se estila esto ahora. Bodas que en un juzgado no pueden ser lo públicas que quieren los contrayentes, bodas que en una iglesia no pueden disponer de un viernes o sábado por estar ocupados, se celebran y luego en el convite. Se busca a un actor y se escenifica de nuevo.
    Y como lo de actuar en funciones de teatro ha bajado de ritmo, los actores no tenemos reparo en ir donde nos solicitan. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.

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