El chato Jordán fue un personaje muy especial. Era el típico "senyoret", todo apariencia y supuestamente adinerado, pero no era tanto el esplendor. Era oropel como sustituto del oro de veinticuatro quilates.
La Peña, la Sociedad Cultural y Recreativa, la regentaba por aquel entonces un matrimonio forastero. La mujer era todo un monumento, estaba muy buena como se dice ahora, y el chato Jordán la despullava con cada mirada.
Un día el chato Jordán no llevaba dinero, entró a la Peña por echarle una mirada a la imponente mujer y le pidió a su marido un vaso de agua y bicarbonato. El buen señor se sintió burlado con la comanda, porque el senyoret siempre tomaba vino, vermut, acompañado de tapas que su señora cocinaba con esmero.
Se descaró con él y le dijo: "Aigua i bicarbonato? Vols xuplàmela?
Y el chato Jordán le contestó: Amb molt de gust te la xuplaria, només de pensar on la tenies clavada anit!
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