Juan Cantó Rubio era muy aficionado a ir a Madrid y, según decía él, asistir a las reuniones de la Conferencia Episcopal Española. Hablaba de un arzobispo y de un cardenal, como el que habla de su encargado en la fábrica o de la señora de la limpieza. Tenía hilo directo con la cúpula que viste la púrpura, se toca con solideo, porta mitra, cruz pectoral y báculo y se alhaja con anillo.
El patizambo cura, un lunes después de un intenso fin de semana en Madrid en el pleno de la C.E.P., llegó a Pinoso a justificar su sueldo de cien mil pesetas al mes, por cuatro visitas mensuales, comida, coñac y puro incluido.
Se mete en el despacho del Secretario y le cuenta el "finde" que se había tirado en Madrid. Y le viene a refierir esto:
"Estuve en una marisquería comiendo con el arzobispo "tal" y con el obispo "cual". Te voy a enseñar el sitio, para cuando vayas a Madrid. Tomas la M-30 y a la altura de la salida a la calle "x" te metes y haces una trampa. Esperas que no venga ningún coche de cara y haces treinta metros en dirección prohibida, de lo contrario le tienes que dar la vuelta al barrio, y aparcas sin problema, que allí siempre hay aparcamiento.
Nos pedimos bueyes de mar, nécoras, unas cigalas que estaban impresionantes, todo fresco, -y le relató plato por plato lo que en frutos del mar se desgustaron los tres ordenados- ¿qué dirás que nos costó por cabeza?
El secretario le dijo que no tenía idea. Pues a cuatro mil quinientas pesetas por cabeza, le contestó.
-Increíble, le dijo.
Fue entonces cuando el cura sacó la factura. Pagué yo -dijo Juan Cantó-, quédatela porque así tienes la dirección para cuando quieras ir. Estuve hablando con los obispos toda la comida de temas nuestros, pero en un momento determinado les hablé de Pinoso y lo que estaba haciendo aquí con vosotros. Pinoso fue tema de conversación. Si estimas que el Ayuntamiento debe pagarme la factura, como la tienes, ya me lo ingresas a final de mes."
Esta vez no coló, la factura no fue ingresada en su cuenta, pero lo intentó. ¿Y si hubiera colado?
El morro del "pardalot" era de abrigo.
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