domingo, 11 de septiembre de 2011

El tío Tanasio (I)

    El tío Tanasio era un comerciante de tejidos que tenía su tienda en el actual pub Majovic's. Debió ser de carácter seco, no hacía buenas migas con el clero, aunque la iglesia parroquial la tenía a escasos metros de su negocio, pero debió ser buen comerciante porque se lo trabajaba además de su tienda por campos y pedanías con su tartana. Obtuvo pingües beneficios en unos años difíciles, tarea nada fácil.
     De su sequedad en el trato pondré por ejemplo que no cruzaba palabra con su mujer, ni con su hija. Él daba órdenes y ellas cumplían.
     Por ejemplo: el salía a las cinco de la mañana con la tartana y regresaba a las seis de la tarde. Él no tocaba las puertas del postigo. Ya se guardaría su mujer que estuvieran abiertas a la salida y a su llegada.
     Cuentan una anécdota del tio Tanasio: como no se hablaba con su mujer, ella tenía un horario con unas tareas que debía cumplir. La más penosa para la pobre señora era levantarse todas las noches, invierno y verano a las tres de la mañana a encender el fuego y con una minúscula lumbre de sarmientos, cocinar un cacito de arroz blanco que él se tomaba como "resopó" impenitentemente a esa intempestiva hora. No había despertador. Era la matemática del miedo la que hacía despertar a esa mujer un cuarto de hora antes de que lo hiciera el condenado. Caso de violencia de género más claro, imposible.
     Pues una madrugada a la mujer -que ya tenía mucha edad- se le hace un poco tarde y aturrullada comienza a hacer su cacito de arroz blanco. El tío Tanasio se despierta y se coloca detrás de ella, desesperado, porque su "resopó" no está en tiempo servido. La esclava de la mujer se pone todavía más nerviosa y no puede dejar de exclamar una queja, un lamento profundo que le sale del alma, pero que apenas es un hilo de voz: Mare de Déu, qué vida, alçant-me sempre, hivern i estiu, p'a fer-te un caçet d'arrós!
    La contestación del elemento, fue: Perque vols, a mi també m'agrada l'arrós gelat!

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