miércoles, 19 de octubre de 2011

La nave del Prado

     Con esta desdicha se inaugura una nueva etiqueta. Y es que el paso del tiempo político, ha sembrado de desdichas la historia pinosera. La RAE nos dice que una desdicha es una desgracia, suerte adversa. Pero estas desdichas que voy a ir refiriendo, no son producto de la suerte, más bien de la desgracia de tener los políticos que hemos tenido.
     Un pinosero, un día decide comprar una nave hecha mierdas en las casas de arriba del Prado, junto a la casa del tío Víctor. La nave era una antigua bodega obsoleta, abandonada, pasto de los palomos que con sus excrementos ácidos pueblan un maderamen de vigas, que por falta de tejas deja ver el cielo. O sea que llueve tanto dentro como fuera, reblandeciendo el guano y produciendo un hedor insoportable, haciendo insalubre el recinto a la par que peligroso, por unas maderas carcomidas en los cubos donde se almacenaba la pasta en la elaboración de antaño.
    Que la comprara y por el dinero que la comprara y para el fin que la destinara, era problema suyo. Pero claro, ¿p'a qué coño vale esa nave? ¿Para hacer un museo etnográfico?
    El buen señor vio la salida a su especulación vendiéndosela al Ayuntamiento, y ahí entra la desgracia para este pueblo. El concejal y/o alcalde del momento, fruto de la pedorra insistencia del propietario y de su afinidad política, decide que no le dé más la vara y la compra, no sin antes, para compensar los años que la cedió "gratuitamente" al Ayuntamiento, llevarle la luz por el morro, mientras que el resto de vecinos pagaban su parte de la línea que instalaba Leandro.
    Y es que este señor cedió gratuitamente el inmueble durante años, porque el regala bien vende, si el otro lo entiende.
    Aquel antro fue almacén municipal de vallas, sillas de plástico, cruces de la procesión de penitencia y de todo lo que no sabían donde poner. Cuando se iba a su rescate, la silla de arriba de la pila, había que tirarla directamente a la basura, las vallas con chorretes, las cruces tuvieron que hacerse nuevas porque el que colgara una al hombro, aparte de la penitencia, cogía la "pallola".
    Cuando alguien se pregunte en qué se ha dilapidado el dinero de los pinoseros, tienen en esta desdicha una prueba. Y allí está, con cada vez más palomos, con cada vez más mierda, y aumentando el peligro de derrumbe de la techumbre. Cuando vayan a la Cañada del Trigo echen una mirada a la izquierda cuando hayan recorrido tres kilómetros desde el inicio del camino más usado de Pinoso, que está demandando un reasfaltado ya.
    Y una propuesta: el Ayuntamiento: podría arrendar la nave para cazar los palomos, ahora que ha comenzado la veda, porque no iba a faltar suministro a los restaurantes y/o particulares que quisieran cocinar gaspachos añadiendo palomo al conejo y los caracoles.
    El senyoret Tornillo con un solo cartucho haría caer veintuno, doy fe, de tantos como hay.

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