lunes, 23 de enero de 2012

Envidia

     Uno de los sueños, de las pretensiones que tiene un militante político es poder asistir a un congreso federal, elegido por tus compañeros, para poder decidir quién será el/la próximo/a secretario/a general de tu partido, cuál será el proyecto político que intentará seguir cambiando la sociedad al tiempo que la sociedad nos modifica a nosotros, en una simbiosis de energía proyectada al futuro.
     No es necesario crear corrientes, nuevos partidos, familias, para creer en el futuro. Sí es necesario renovar esfuerzos y sobre todo personas que ya llevan mucho tiempo en esto y no tienen nuevas ideas ni nuevos impulsos.
     Por eso envidio a Lázaro, que el pasado sábado fue elegido en el congresillo provincial para ir en febrero a Sevilla y ser uno de los casi mil compañeros/as en los que está depositada la esperanza de saber proponer, votar y componer mayorías que vayan preñadas de ilusión, de cambios sustanciales, de ajustes a lo que la sociedad ha manifestado y lo que las ideas nos identifican.
     Me gustaría vivir una experiencia como esa, sería feliz un fin de semana en una tierra que añoro, no en vano vivi de joven un año en Sevilla y me enamoré de su barrio de Santa Cruz, del olor a azahar, incienso y cera de Semana Santa, de su coso del Baratillo, de su Feria, de su Guadalquivir, de su fino con tapitas de jabugo, y más tarde de su Expo, en la que actué cantando y bailando claqué en el Palenque, de la mano de Miguel Bosé durante un fin de semana, el de la inauguración.
    Y eso es el partido: añoranza y recuerdo, presente y proyecto de futuro, con una sonrisa y con el puño cerrado.

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