miércoles, 8 de febrero de 2012

Corcho

     Para completar la entrada "Chinchilla", voy con esta que tampoco tiene desperdicio.
     La última jugarreta de algún que otro ayuntamiento incumplidor con sus obligaciones (no hablo del nuestro) es organizar una muestra de teatro en la primavera pasada con una ayuda directa de la Diputación de Alicante, encargar a un gestor la misma y exhibirla en su espacio cultural.
     El gestor contrata tres grupos, para conseguir encajar en el escaso presupuesto tres funciones, les promete pagarles a pie de escenario. Y así lo hace.
     Tres meses después el organismo provincial ingresa al ayuntamiento de marras el importe de la ayuda concedida y aprobada en su día.
    Y ahora viene el meollo: el ayuntamiento moroso no le paga al gestor porque su economía va mal y no tienen disponibilidad. Es decir que se ha gastado un dinero que no era para ellos.
    El teatro se convierte pues, en financiador de ayuntamientos impresentables, que se apropian de algo que no es suyo. ¡Está el teatro para convertirse en entidad financiera, no te digo! Para prestar dinero está la cosa, con ayuntamientos que no pagan desde hace tres años (Novelda), con ayuntamientos que te dejan actuar en su teatro (Petrer) a cambio de la taquilla, pero que no te dejan llevarte el dinero el día de la función. Se ingresa en el Ayuntamiento y luego tu presentas una factura por el importe de lo recaudado y te la pagan al cabo de unos meses cuando intervención y tesorería hayan formalizado todos los trámites. De vergüenza.
    La época del caché ha desaparecido, vayan olvidándose de ver producciones teatrales de grupos creativos, pero sin figuras en el cartel. Y cuando llevan una figura o dos, los gastos son tantos que no se compensan con las exiguas taquillas. En Pinoso, siempre estará Taules, que un par de veces al año estrena y rentabiliza en parte la producción. Otra cosa es cuando va por ahí enarbolando la bandera de ONG teatral, perdiendo dinero.
    Una vez más habrá que reinventarse. Y es que el teatro es como un corcho en mitad del mar; parece frágil y minúsculo, pero no hay ola que se lo lleve al fondo. Ya se irá viendo.

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