jueves, 16 de febrero de 2012

Truños

     Voy a una reflexión, tras una premisa: en principio yo no me considero amigo de los perros, ni por lo general de los animales. Me inclino más por el género humano, me interesa más alguien que es capaz de pensar, aunque sea contrario a mis ideas, que alguien que obedece por la comida, por el miedo, o porque ha sido educado a servir para una sola cosa.  
     El Ayuntamiento de Pinoso va a lanzar una campaña para que la marranada que supone dejar las mierdas de los perros domésticos sembrando paseos, alcorques, parques, deje de afear nuestro entorno.
     Y esto está bien, pero:
     1º.- Ya existe una ordenanza que sanciona a los insolidarios que dejan las mierdas de sus perros para que las pisen o las vean los otros.
     2º.- Hasta la fecha apenas se ha hecho uso de ella para erradicar el problema.
     3º.- Será difícil que la gente se conciencie, porque de las campañas se pasa como de comer flores.
     4º.- Como la policía no se ponga dura y ponga multas, los vecinos no harán caso de las recomendaciones.
     Y es una lástima, pero es que los dueños de los perros son de una pasta...
     El otro día estaban grabando imágenes de como estan los solares y las calles de mierdas de perro, para documentar la campaña, y ante la cámara grabando, llegó alguien con su perro que se dejó un truño espectacular, y su dueño ni se inmutó. ¡Que me graban, que me graben, a mi "plin"!
    Tener un perro implica recogerle las mierdas que cague. Tener un perro implica controlarlo, no dejarlo suelto vagabundeando por la calle.
     El perro que fue víctima de aquel acto vandálico, sigue siendo el correcalles que era antes de la agresión. Ahora es más identificable, todo el mundo lo conoce porque las marcas lo delatan. Y a nadie le gusta que ningún animal sea maltratado, pero hay que ejercer control sobre las mascotas. No se pueden estar escapando, una y otra vez, como los perros de mi primo, que día si y día no sembraban en pánico en su deambular por Pinoso. Porque son perros grandes, peligrosos, y el que pasa por la calle no tiene por qué verse intimidado, cuando no agredido por un perro. Ni la policía tiene otra cosa que hacer, que perseguirlos hasta darles caza y entregarlos a la perrera, faltaba más.

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