lunes, 5 de marzo de 2012

Capullo (III)

     Antonio "Capullo", como sabemos, trabajaba de oficinista en la Bodega Cooperativa, donde Pere Jara era el contable. Además estaba el bodeguero, en este caso eran dos, los hermanos "Llarg" y personal eventual en tiempo de la elaboración.
     Pere le tenía pavor a las carretillas, y como los trabajadores lo sabían, una tarde-noche de final de vendimia, estando "Capullo" y Pere dentro del cuartucho que hacía de abrigo a la báscula donde pesaban los remolques de uva, por el ventanuco que comunicaba al exterior, sueltan un par de carretillas que rebotaban sus estelas de fuego en paredes, mesa,...
     Pere en un ataque de pánico, se sube a la espalda de "Capullo" que estaba sentado a la mesa confecionando los recibos a los agricultores. Cuando acaban las paraes de las carretillas, Pere se baja de la chepa de "Capullo" y le pregunta si ha pasado algo. Toni dice que no, que todo está correcto, a excepción de los calcetines roídos por el fuego. Se levanta los camales y enseña los calcetines divididos en dos piezas por las chispas. La venganza estaba servida.
     Antonio "Capullo" tuvo la delicadeza de medir el tiro de la chimenea de la bodega donde los trabajadores se reunían alrededor de una hoguera de raspa, para comer, de una a dos de la tarde. Colocó un petardo gordo y en la mecha un cigarro para retardar el encendido, lo ató a un cordel de la medida de la chimenea y cuando los trabajadores habían puesto las longanizas y alguna chuleta viuda a asar en las parrillas y daban los primeros tragos del vino, que ad libitum, bebían para acompañar la comida, lo descolgó desde el tejado, al tiempo que el se marchaba a Pinoso a comer. No llevaba cincuenta metros andados, Paseo abajo, cuando un estruendo resonó en el interior de la bodega.
     A la mierda las longanizas, la chuleta, el pan tostado, los tramusos, la frità de conill, las olivas.
     Creo que no volvieron a gastarle otra putada como aquella a "Capullo". Las vendettas eran terribles.

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