martes, 22 de noviembre de 2011

El Birra (I)

     Su nombre era Julio Verdú Rico y su apodo el "Birra". Del mismísimo Raspay, su casa muy próxima a la iglesia y su afición buscar oro. Es el único buscador de oro que he conocido. Lo buscaba en el Carche acompañado de su burrica. Nunca adiviné si su enajenación era voluntaria o patológica. Yo lo conocí cojo y apoyando su caminar con un garrot de volta.
     Tenía a bien mostrar el carné del PCE de Yecla con el número 1 y explicar su teoría sobre Dios. Decía que Dios era el Sol y la Madre, la Tierra. Con los dos en armonía podíamos comer y vivir la vida, el uno sin el otro era un desastre y todo se acabaría.
     Pero su obsesión era que cualquier espejuelo, cualquier pirita encontrada y guardada celosamente en una faltriquera, le iba a hacer rico, si conseguía venderla.
    Su enemigo real o virtual era el forestal del Carche, que con la excusa de que la burrica le pisaba los pinochos, le amenazaba con matarlo, para según él, quedarse con el oro, porque el forestal también sabía donde se escondía tan preciado metal. Era un Quijote el tío Birra, y el forestal su Pentapolin.
    Cuando se enfadaba y quería ofender a alguien porque le llevaba la contraria, haciéndole ver su error, utilizaba cariñosamente el insulto: ¡Tradicionalista!
    La putada más grande de su vida se la gastó Manolo el del Carche una mañana en la cafetería de Ramón (actual Coliseum). Acababan de salir al mercado los relojes digitales y Manolo puso la alarma del suyo que sonara a un minuto de ser accionada. Llegó el tío Julio al bar y Manolo le dice que ha comprado la máquina mejor del mundo para encontrar oro. Pide una cadena de oro a un parroquiano que estaba en ese momento en la barra, acciona la alarma, pasa la cadena oscilando por encima del reloj y suenan los pitidos.
     El Birra no daba crédito: Manolo te compre això! Y Manolo le contesta;: Julio, tu no tienes bastante dinero para comprarme esto. Y se va del bar. Cuando llega a su casa a la hora de comer se ve al tío Julio sentado en el portal: Manolo t'ho compre. Quan val?
     Se sube a comer se echa a la siesta, pero cuando baja Camileta a las dos horas, el tío Julio seguía en el portal: Xé, Camileta dis-li a Manolo que li compre la màquina del or!
     Aquello se eternizó y cada vez que se cruzaban Manolo y el tío Julio por la calle, seguía la oferta de uno y la negativa del otro. (...)

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