lunes, 28 de noviembre de 2011

Sidecar

     La primera moto con sidecar que se compró en Pinoso tuvo su estreno en un viaje al extranjero, es decir, a Yecla y volver. El que la compró y su mujer, en una tarde muy fría de enero, hicieron la inauguración.
     Se colocó un gorro orejero como de aviador, unas gafas y una buena bufanda porque era invierno. Su mujer muy abrigada viajaba en el sidecar, en el viaje inaugural.
     Patada al arranque, tuf, tuf, tuf, marcha, puño y para Yecla. Al llegar, el conductor se saca las gafas, se quita el gorro orejero y pregunta a la acompañante: ¿qué tal?
     El sidecar no estaba, su mujer tampoco. Miró y el bulón había desaparecido, se había soltado. Volvió a equiparse contra el frío de la tarde-noche y puso rumbo de vuelta a Pinoso, y al llegar a la revuelta, esa curva de noventa grados que era peligrosa a más no poder y de la que se salieron muchos coches, vio el sidecar volcado en la cuneta. Y allí estaba su mujer, sin moverse ni intentar salir y llorando del susto.
    Buscó el bulón, volvió a enganchar el sidecar a la moto y echando miraditas por si volvía a reproducirse el problema, llegaron a Pinoso concluyendo el viaje inaugural de la moto con sidecar nueva de trinca.

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