miércoles, 2 de noviembre de 2011

Oriol 25

    Hace más de 25 años que deseaba fervientemente tener el Oriol frente a mi. Los mismos que la derecha ha gobernado ininterrumpidamente en la capital del Bajo Segura. Hoy lo he cumplido. Ha hecho falta que los progresistas gobiernen la ciudad que vio nacer a Miguel Hernández, que mi amigo Emilio sea concejal y que tenga la potestad de decirle al funcionario: ¿Nos abres donde está el Oriol? Y he tenido el privilegio de tenerlo frente a frente, tocarlo e incluso besar la enseña.
    En mi vida habrá dos días dos de noviembre resaltados en rojo: hace unos años tuve la suerte de poder ver en vivo el Día de Difuntos en México y hoy he cumplido mi deseo oriolano.
    Contar en unas líneas que siente el pueblo mexicano sobre sus "muertitos" es baladí. Resumo: es una mezcla se sentimientos, mariachis, tequila y alegría convertida en fiesta nacional. Lo que aquí son los belenes, allí son los altares de muertos. Lo que aquí es el trovo, allí es calaquear. Lo que no es allí es la gilipollez de hallowen que hemos importado y convertido en algo nuestro. Per la mort de Déu!
     Pero hoy toca mi visita al palacio del Marqués de Arneva, donde he visitado el salón de Plenos, el despacho del Alcalde y donde he sido obsequiado con el escudo en plata del Ayuntamiento. También se ha venido conmigo unos regalos divinos. Un libro sobre el teatro Circo, lugar emblemático que me conforta cada vez que se enciende la araña central para iluminar uno de los patios de butacas más bonito que conozco. También unas láminas con las fachadas de las iglesias más importantes y otras sobre las plazas del pueblo. Gracias, estoy  muy agradecido.
     Y si digo que la visita ha concluido en la casa de Miguel Hernández, ya es de morirse, en este día de Difuntos. Siempre que he intentado visitarla era festivo y estaba cerrada o llegaba tarde, y mi gozo en un pozo. Pero hoy he visto la higuera, el limonero, el huerto, la cocina, las habitaciones, el casero aprisco...
     Si están unidos día tan emblemático como el de Difuntos con la casa de Miguel Hernández, es en estos versos de la Elegía a Ramón Sijé:
           Quiero minar la tierra hasta encontrarte
           y besarte la noble calavera
           y desamordazarte y regresarte
          Volverás a mi huerto y a mi higuera:
           por los altos andamios de mis flores
           pajareará tu alma colmenera.

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